Caldas de Reis
Oda a la pequeña ciudad, fin de etapa del Camino de Santiago, remanso de paz, manantial curativo
Relato galardonado con el Accésit 2º en los XX Premios de Poesía Juan José Scala Estalella de la Asociación de Ingenieros Industriales de Madrid
Te veo pasar por mi ventana,
donde el tiempo hace más bella la verdad
y evaporarse las marcas de la pena.
Te veo enamorándome de nuevo:
eras pequeña y coqueta, saltos y tropiezos,
graciosas callejuelas y elegantes miradores.
Era yo peregrino y tú, Caldas de Reyes.
Unos pies cansados junto a tu rivera fresca,
los plátanos, los sauces y el silencio,
las horas sulfurosas acarician
el aire curativo de tu dulce soledad.
Te veo pasar. Y en mi ventana
el Sol sale de nuevo, ¿lo recuerdas?
¿Recuerdas aún como por vez primera
se disiparon las nieblas al mirar yo aquella tarde
en que jugamos al mus, cervezas y tortilla,
los juncos de tu cauce dulce y curvo?
¿Recuerdas aún qué fácil
era?
Qué fácil conversar para olvidar cansancios,
hablar de santidad o simplemente,
tumbarse y descubrir que es cálida la vida
y existe la belleza y tiene forma
–como la tienes tú–
de joya parda en la maleza verde.
Foto de portada por Sven Fischer en Unsplash
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