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Porque el Mundo es Redondo

Llevar un diario

La magia del diario es archivar las briznas de plenitud que se deslizan cada día por nuestras vidas

26/07/2025 |15:58
Jgsamartin

Llevar un diario
Foto de Nicolas Messifet en Unsplash

Hace poco menos de un mes, dos de mis mejores amigos se prometieron. Llevan casi tres años de noviazgo, pero han experimentado en ellos tal crecimiento de su círculo social que muchos de sus ahora compañeros de fatigas no conciben una existencia sin ellos como pareja. Algunos, sin embargo, no solo los conocimos a los dos por separado, sino que fuimos testigos de cómo ese amor, muy pronto eterno, fue gestándose lentamente en las tardes de mus, crema de orujo y calor de esa semana en Piedrahíta.

A ellos les encanta revivir cada suspiro de esos días. El río, el largo documento de instrucciones del viaje o las bromas barriendo el comedor no son solo anécdotas que recordamos con cariño, sino, ante todo, referencias culturales del grupo de amigos. Tener un «momento canoas», por ejemplo, es disfrutar de un rato de conversación privada, mientras que seguimos riéndonos de las habilidades guitarrísticas que mostraron y que no les hemos vuelto a ver.

Ayer por la mañana volví a ese viaje. Sin embargo, lo hice de manera solitaria. Por primera vez en tres años, no fue su mirada —mezclada con las intervenciones espontáneas de quienes fuimos testigos de todo— la que recorrió esa semana, sino la mía. Las palabras que, en los ratos de soledad que robaba, fui anotando en mi diario, me hicieron recordar personas olvidadas, conversaciones profundas bajo las estrellas y apreciaciones personalísimas sobre ciertas situaciones que hoy en día me sorprenden. Lo ideal de esos días se embriagó, en unos pocos minutos, de cruda realidad y descubrí que, esa semana, no fue únicamente alegría y emociones positivas, sino también dudas, tristeza y desarraigo.

Los cuatro años que llevo escribiendo mi diario me han permitido asomarme a momentos que tengo marcados como hitos en mi historia personal. Cada vez que lo he hecho, he descubierto que esa luz que los rodea en mis recuerdos estuvo siempre mezclada con numerosos altibajos, un cansancio demasiado habitual y los agobios propios del ritmo frenético de Madrid. He vuelto a vivir aquello que nuestra memoria no quiere que revivamos —las inseguridades, los miedos y el tedio de lo cotidiano— y en ello he descubierto que es ahí donde nació la felicidad que ahora ensalzo.

Esa es precisamente la magia del diario. Poder archivar las briznas de plenitud que se deslizan cada día por nuestras vidas. Anotar lo que vivimos sabiendo que, en el momento más inesperado, la sucesión más banal de hechos cotidianos puede convertirse en un relato extraordinario. Vivir con la certeza de que lo maravilloso no es algo que surgirá consecuencia de nuestras planificaciones, sino que, en el momento más inesperado, vendrá a buscarnos. Y nosotros estaremos ahí para aprehenderlo.


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