Felicidad perpetua
La felicidad no está en lo extraordinario, sino en el asombro ante lo cotidiano
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Antonio Machado - Fue una clara tarde, triste y soñolienta
Dicen que te vieron
en los jardines, y brincabas
con ligereza angelical, alas de viento fresco
y en las nubes azuladas, una voz,
un canto de sirena, una promesa,
el rastro de unos copos recogidos,
microscópicos y efímeros
y tan sinceramente bellos.
Dicen que te vieron,
transparente y huidiza,
que rozaron tu vestido y aspiraron de tus sueños,
y endulzar su acibarada vida
con naranja perfume de esperanza.
Dicen que te vieron,
por la tarde en sus recuerdos,
tristes las ortigas, de tu rostro la sonrisa
y a las hastiadas rocas, tu mano amiga.
¿Pero dónde, de tanto verte, has quedado?
¿Ante la escollera la blusa hinchada,
la rosa del jardinero,
un lucero de miel, una avutarda,
una hora en la sierra verde
y su corona de junco
y sus arroyos nuevos?
Inmediata plenitud…¿No estás acaso
allí donde todo es posible,
en el agua,
y donde la luz a pinceladas muestra
de rosa ocaso un fijo instante,
en el fuego de tu danza quieta
—Casiopea, Prometeo, Ixión—,
en la monotonía del presente
y sus andanzas impalpalbles?
Dicen que te encontraron
los que no te buscaban
sino en el tacto suave de los musgos,
en un olor de ultrasonidos,
en los días de invierno de cielo de zinc.
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