Navidad
Entrar en el misterio de la Navidad, reocgernos...y mirar a través de esos ojos a lo Eterno
Eran unos ojos llenos
de ilusión infantil y de ternura,
dos dulces de maná celeste,
los cerrojos de un arca,
sin velo y con sandalias,
mas convertida en habitáculo de bodas.
Eran los ojos de su madre
y los de aquel pastor esperanzado,
reales como Melchor y sabios
y tan sinceramente humanos.
Eran sus ojos, y los míos.
Eran unos ojos de olor a risa,
a viento del desierto, a mar
de redes llenas,
ojos inquietos, ojos de Mona Lisa,
ojos heridos, traspasados
de dolor, con mis lágrimas
y su preciosa sangre.
Allí, en esos ojos que no son
ni terremoto ni fuego, sino la suave brisa
de una zarza en vela;
el encorvado profetiza, el ciego alaba,
conoce el vanidoso y el pobre
nos regala lo único que tiene:
los ojos de un Dios arrojado a la existencia
por una humanidad ahora Poesía.
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